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Cómo encontrar felicidad en el trabajo que no amas (y transformar tu vida en el proceso)

Descubrir la paz en medio del caos puede ser el cambio que transforma todo.

El mundo que ves no cambia, cambia la forma en que lo miras, y de pronto... todo es distinto.

Querida Maryo del 2018,

Recuerdo perfectamente ese sentimiento de angustia y monotonía que me invadía cada vez que pensaba en ir al trabajo. Me levantaba con pereza, arrastrando los pies hacia una rutina que ya no me emocionaba. Todo dentro de mí gritaba que necesitaba un cambio urgente, que tenía que escapar de ese lugar donde me sentía atrapada.

¿Te suena familiar?

En mi caso, intenté de todo: vendí zapatos y bolsos, abrí un restaurante, incluso me uní a dos empresas de redes de mercadeo. Mi objetivo era claro: quería reemplazar mi salario y ser finalmente libre. Pero, con cada emprendimiento que no funcionaba, la frustración crecía. Me sentía agotada, cargando no solo el peso de mis sueños rotos, sino también el de las deudas que me quedaron después de esos desaciertos.

En 2018, en un momento de pausa y reflexión, Comprendí algo que cambió esa situación: no podía renunciar al trabajo, pero tampoco podía seguir sufriéndolo. Aceptar mi realidad no fue fácil, pero fue el primer paso hacia mi transformación.

Decidí cambiar la forma en que veía mi trabajo. En lugar de verlo como una prisión, lo comencé a ver como un medio para sostenerme, pagar deudas y aprender habilidades que más adelante podrían servirme para algo más grande.

Y algo mágico sucedió: el trabajo dejó de ser mi enemigo y se convirtió en un aliado temporal.

Nuestra vida se resume en las experiencias que hemos vivido… y hoy quiero compartirte y darte este regalo que me permitió cambiar mi perspectiva:

  1. No siempre podemos cambiar nuestra situación de inmediato, pero siempre podemos cambiar cómo la percibimos.
    Elegí ver mi trabajo como una oportunidad para aprender y crecer mientras planificaba mi futuro. Comprendí que el futuro es el resultado de las acciones del presente; así que tomé la decisión de hacer de mi día a día algo diferente, para cosechar un futuro que si amara.

  2. La gratitud puede transformar incluso las situaciones más difíciles.
    Comencé a agradecer profundamente mi trabajo. Era mi sustento, el medio que me permitía salir adelante y cumplir mis compromisos financieros. Esa gratitud trajo una nueva emoción a mi vida: poco a poco empecé a sentirme feliz y esto encendió mi capacidad de disfrutar lo que estaba haciendo. Agradecer no cambió mi trabajo, pero sí transformó mi relación con él y con la vida misma.

  3. A través de mis dones y talentos, podía aportar lo mejor de mí.
    Descubrí que incluso en un lugar donde sentía que no encajaba, podía dejar una huella especial. Comencé a volcar mis habilidades en mi trabajo, aportando mi esencia y lo mejor de mí. Esa perspectiva cambió todo: dejé de ver mi salario como un ingreso y empecé a verlo como una gran recompensa, una bendición que sostenía a mi familia y me daba estabilidad para seguir soñando y creando una vida diferente.

  4. La clave no es huir, sino prepararte para dar el salto cuando llegue el momento.
    Empecé a dar lo mejor en mi trabajo y en mis tiempos de descanso lo usaba para educarme en áreas que me apasionaba, para empezar a planear mi nueva vida con propósito.

Hoy quiero que sepas que no importa lo atrapada que te sientas, hay una salida. Pero esa salida no siempre empieza renunciando. A veces, comienza aceptando y transformando lo que ya tienes.

¿Qué puedes empezar a mirar diferente hoy para sentirte mejor ante esa situación que te quita la paz?

Con amor y esperanza,
Tu yo del futuro.